12/10/2012

Definiciones de nacionalismo


Un reciente intercambio de pareceres con un antiguo compañero me ha llevado a cristalizar una serie de conceptos acerca de la definición de nacionalismo y de determinados juegos de palabras y conceptos a que dan lugar.

Podemos considerar una inicial definición de nacionalismo como la ideología política que considera y pone en valor la pertenencia de un conjunto de personas a una comunidad política soberana o nación. Esto correspondería con los nacionalismos:

  • integradores (en pro de la unificación política de comunidades previamente desunidas: casos notables de Alemania e Italia en el s. XIX, o en España y Portugal el iberismo);
  • disgregadores (que pretendan la ruptura de una unidad nacional y han sido la mayoría a lo largo de la Historia);
  • continuadores en pro de una unidad nacional ya existente.

Sin embargo, el tiempo y la experiencia política con el transcurso de la Historia nos permiten ir discerniendo diferentes tendencias y actitudes que han surgido a partir de esa idea primera.

Hay un motor del nacionalismo que es de base cívica e igualitaria, que pretende el establecimiento de una comunidad de individuos libres, y por tanto de entronque claramente liberal. Sea mediante la eliminación de barreras establecidas por las vicisitudes históricas o la separación respecto a una tiranía, todo nacionalismo apela en un momento u otro a esta idea, atractiva como es la libertad para cualquier persona.

Ahora bien, no resulta difícil pasar de ese mero liberalismo orientado a un grupo de personas a la exaltación de las diferencias de dicho grupo respecto a otros. Al fin y al cabo alguna causa de etnogénesis debe haber mediado para que ese grupo se pueda considerar diferente y separable de la nación a la que hasta ese momento pertenece.

Así llegamos al concepto de nacionalismo (en mi opinión) propiamente dicho: cuando se pasa de exaltar las ventajas de la hermandad, igualdad ante la ley y libertad individuales, que casualmente se aplicarían a un conjunto de individuos con unas características particulares, a exaltar dichas características particulares por sí mismas por encima de, precisamente, la libertad e identidad individuales.

Ahora bien, por referirme particularmente a las ideas que circulan en el ambiente político de España, como en entradas anteriores, tengo la sensación de que en nuestro país el término nacionalismo se aplica más criticando a otros que reivindicando posiciones propias. En cualquier caso, se usa en general para indicar una exaltación de características comunes en un colectivo de personas.

Curiosamente, existe otro uso que se retrotrae a aquella primera situación de la que hablábamos, y que es más sencillo: que nacionalismo sería simplemente considerar que un grupo de personas determinado es una nación. Lo cual puede ser algo novedoso y discutible en casos de construcción nacional, y algo obvio cuando la nación está ya establecida (sea por las corrientes de la Historia o además por un texto constitucional).

Hace años que oí a una persona que usaba el término “nacionalismo” en ese sentido laxo defender tal definición. Curiosamente, el que sea un significado más sencillo que el poner la identidad colectiva por encima de la individual no quiere decir que tenga una intención neutra. Pues si, como hemos dicho, en unos casos puede implicar la modificación de una situación preexistente y en otros la conservación del statu quo, dicha concepción engloba bajo el mismo término a dos posiciones que pueden ser antagónicas, y puede por tanto tener la intención de equiparar a una con la otra.

(No puedo tampoco dejar de decir que una “construcción nacional” me parece una paradoja en sí misma, porque si no existe la nación previamente, la entidad por la que se lucha es una irrealidad, y si ya existe, ya no es necesario luchar por crearla. Lo que me lleva a pensar que las “construcciones nacionales” sólo sirven para situaciones intermedias, para ahondar diferencias que de modo natural han surgido previamente.)

La experiencia histórica y política que decía arriba nos ha enseñado que existe una posibilidad de una defensa activa de la unidad nacional que no es exaltación de la identidad colectiva por delante del respeto a la individual. En la Alemania post-II Guerra Mundial, escaldada de la barbarie nazi, se le dio incluso nombre: patriotismo constitucional, una idea que se mantiene en la línea liberal, legalista y democrática que había alimentado el nacionalismo igualitario del s. XIX.

En la España actual no es dominante la exaltación nacionalista del conjunto, de la nación española. La mayoría simplemente se considera igual ante la ley en comparación con los demás españoles y actúa en consecuencia. Por otro lado, el tipo de nacionalismo dominante es uno regional separador, que hace hincapié en las diferencias de la gente según su lugar de nacimiento o vivienda, o al menos de adscripción étnica sentimental. A este nacionalismo disgregador se oponen dos tendencias hoy en día minoritarias (aunque en muchos otros países son más dominantes):
  • un nacionalismo español (el españolismo con sentido despectivo), sea el practicado en tiempos de la dictadura despertado ahora del letargo, o de nuevo cuño como reacción a los nacionalismos disgregadores rampantes, que exalta las características comunes a los españoles en sí mismas, y
  • un patriotismo constitucional (a veces llamado constitucionalismo) cuya consciencia sí ha surgido ex novo también como reacción antidisgregadora, que defiende de los valores democráticos de igualdad ante y respeto a la ley, y que considera que la identidad es una cuestión privada y la nacionalidad, una administrativa.

Estas dos tendencias pueden confundirse, y sus actos a veces confluir, por su coincidencia en defender la unidad nacional española, pero un observador agudo no ha de dejarse engañar por esta conjunción superficial, pues a poco que se escarbe o que ambas tendencias se hayan de posicionar ante temas variados, se evidencia que una es tan nacionalista (= exaltadora de rasgos colectivos) como los nacionalismos regionales y la otra es en realidad opuesta a ambas.

En una reflexión personal y la más subjetiva de esta entrada sin duda, uno no puede dejar de pensar que el englobar ambas tendencias es una confusión voluntaria en la izquierda con la que justifica su comunión histórica con los nacionalismos disgregadores, ella que debería ser y a ratos aún se considera internacionalista e igualitaria. Pero es un juicio de intenciones, y las intenciones verdaderas debe juzgarlas cada persona para sus adentros.

Apunto finalmente que los nacionalismos exaltadores de lo colectivo frente a lo individual me parecen los más propensos al imperialismo: sea por la consideración de superioridad frente al vecino en caso de naciones consolidadas (p.ej. el colonialismo histórico), como por medio del irredentismo en el caso de naciones nuevas.

NOTA: Aprovecho para mencionar Etnonacionalismo, de Walker Connor, como buen repaso de una tipología particular de nacionalismo.

1 comentario:

  1. Sintoo, pero non podo deixar de pensar que o "patriotismo constitucional" que defines ten unha base demasiado feble. Por unha banda penso que é evidente que a identidade dun ser humano como ser social que é, nunca será unha cousa puramente individual. É máis que evidente que ten un factor individual é único por persoa, pero non é menos certo que sen a parte da indentidade que ben pola identificación cun colectivo, ou varios, non seríamos nin humanos. Eu non son experto na materia, pero lin máis dunha vez que a parte colectiva incluso se podería considerar que na maioría dos casos ten máis peso que a individual.
    E o segundo punto que considero con pouca base é o de "considerar a cuestión da nacionalidade como algo puramente administrativo. Penso que despois da teu texto se pode entender que moita xente percibe esta identidade, e outras como por exemplo as relativas aos equipos de futbol, como algo máis que puramente administravo ou carnet de socio.

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